La compra de espacios y la falta de libertad editorial
Hace algunos años cuando las opciones informativas eran mínimas en nuestro país, nuestros padres se daban por satisfechos con lo que tenían a la mano, es decir un noticiero en la televisión (24 horas) y/o quizá alguno de los diarios de aquel entonces, los que más circulaban eran, el Excélsior y El Universal, aunque existían algunos otros con menor circulación, como El Heraldo y El Novedades.
Lo que sucedía es que la oferta informativa se limitaba a algunas cuantas empresas y las personas adultas de entonces no se preguntaban sobre la veracidad, o no, de la información consumida. Por supuesto que debe haber habido suspicacias, que se diluían en el sentimiento genuino de estar bien informados.
Hoy tenemos otro problema. Las fuentes de información que tenemos a la mano se han multiplicado de manera extraordinaria. Las opciones informativas tanto en los medios tradicionales como en los nuevos medios digitales, son tantas y corren a tal velocidad y variedad que casi nadie es capaz de consumir toda la información que nos ofrecen.
No obstante, el comportamiento entre las personas sigue siendo similar al de antaño. Una vez que distinguimos que un medio (radiofónico, televisivo o impreso) con una oferta informativa similar a nuestra forma personal de pensar, con nuestra ideología política o con nuestros valores morales y sociales, pues nos quedamos con esa opción.
Para quienes tienen esta práctica, los otros medios parecieran difundir lo que ahora está tan de moda “fake news” o noticias falsas; esto es lo mismo que muchas de las opciones políticas que ofrecen los candidatos; “si no piensas como yo entonces estas contra mí”.
La verdad es que las opciones que tenemos para informarnos deberían de jugar un papel mucho más relevante en nuestra forma de ver el mundo. Ningún medio tiene la verdad absoluta por lo que la recomendación obvia es leer de diferentes opciones, incluso de líneas editoriales contrarias, y con ello formarse un criterio propio.
En estos días pasados ha circulado una información difundida por un medio estadounidense y por varios otros nacionales, en la que se refiere la insultante cantidad de dinero que algunos medios han recibido por parte del gobierno en turno. Por supuesto que, si eres lector de alguno de ellos, fácilmente puedes distinguir el apoyo, a veces incondicional, de estos medios con sus anunciantes (en este caso el gobierno).
Sergio Sarmiento hizo un análisis en su columna de hoy 28 de diciembre 2017, sobre el número de páginas contratadas por el gobierno federal en los principales diarios impresos en México. Destaco esta numeraria tan sólo para ilustrar la fuerte presión que existe en México ya sea por difundir o callar ciertas noticias que quiere el anunciante.
Escribe Sarmiento en su columna “Las diferencias por anunciantes específicos pueden ser abrumadoras". El Universal registró 105.79 páginas de publicidad de la SEP, Excélsior 14.62, Milenio 63.72 y Reforma solo 9.88. La campaña Visita México tuvo 275.3 páginas en El Universal, 254.28 en Excélsior y 59.29 en Milenio, pero solo 8 en Reforma. La Secretaría de Salud publicó 44.95 páginas en El Universal, 40.25 en Excélsior y 36.38 en Milenio, pero ni una sola en Reforma. Pemex colocó 12.28 planas en El Universal, 13.21 en Excélsior y 23.83 en Milenio, pero solo 3.23 en Reforma”.
Mi actividad profesional me exige buscar difundir información de nuestros clientes entre los medios ya tradicionales y/o digitales y he podido comprobar que ciertos temas son catalogados como tóxicos al sistema y por tanto han sido prohibidos en sus páginas o espacios.
Llevo casi 40 años en esta actividad y puedo decir que, en mi experiencia, nunca había sucedido que los medios cerraran de manera definitiva el espacio a información que cumple con todos los requisitos que antaño eran necesarios y suficientes para darles espacio, es decir, información verificada y con documentos que avalan lo dicho; un vocero que lo confirme lo escrito y declare “on the record” lo que está afirmando. Esto es, no se trata de filtraciones simples, sino información real, verídica, comprobable y oportuna.
Algunos de los editores amigos, a quienes conozco desde hace años por la propia actividad profesional, me han pedido si enviarles la información, pero me advierten que esos temas no pueden ser atendidos por sus espacios.
La solución ha sido, claro está, en acercarse a los medios más independientes, y estos son claramente aquellos que no reciben dinero gubernamental o bien los que tienen una línea editorial libre. Los que hacen del periodismo la ventana de verdad a la que deberíamos de tener acceso los ciudadanos.
En esta independencia editorial destacan muchos medios digitales y algunos, sólo algunos, de los llamados tradicionales, algunos columnistas que escriben de manera independiente y que no tienen restricción en los contenidos de sus espacios, y por supuesto los miles de “seguidores” de la verdad en las redes sociales.
Así que, a diversificar nuestras fuentes informativas y a enterarse de lo que realmente sucede en México.